12 febrero 2011

Recomendación

Hola a todos, les recomiendo que visiten esta página, que es extraordinaria.
Muchas gracias Gabriela por entregarnos estas bendiciones.
Alejandro

http://www.expandiendolaconciencia.blogspot.com/

02 enero 2011

06 julio 2010

Ser Positivo

Ser positivo

Una vida que merezca ser vivida debe cumplir con ciertos requisitos.
En primer lugar las metas propuestas deben ser acordes a la personalidad del peticionante. El carácter y personalidad del mismo debe, en segundo lugar, ser lo suficientemente adecuado para poder cumplir con la tarea que lleve a la meta. Y en tercer lugar el transito hacia su logro, debe ser apasionante para el que lo realice. Esto significa que el que emprende esa tarea debe disfrutar en recorrer su camino.
En esta tarea hay elementos que deben ser innatos al solicitante, es decir que debe cumplir con requisitos mínimos físicos y mentales que permitan cumplir con la labor. Puede ser difícil o trabajoso de acuerdo a la dotación de cualidades particulares que posea, pero eso es solo un detalle, ya que lo que importa ante todo es la motivación y las ganas de concluir en la meta.
Respecto a ésta última, su complejidad, incumbencia y conveniencia son relativamente importantes ya que es algo muy personal y juzgar una intención por su interés o prestigio cultural, sería inapropiado y hasta inoportuno de realizar por un observador externo.
Por último, en este proceso de análisis, nos quedaría tratar el tema del recorrido desde la intención a la meta. En éste descansa la mayor cantidad de posturas, estrategias, creencias, actitudes, e ideales que conviene establecer y profundizar.
En el camino es donde se producen las dificultades. Donde surgen los inconvenientes y cambios inesperados, que deben ser sorteados de la forma más conveniente y sin perder tiempo ni energías.
Es en el tránsito donde la actitud es la fuente de toda energía y vitalidad. Si la actitud es negativa los inconvenientes nos vencen y somos aniquilados en medio del camino. La derrota es de las del peor tipo. La humillación, el descrédito y la tristeza son los resultados de haber sido derrotados en esta parte del tránsito. Una vez acaecido éste o estos hechos, ya poco queda por hacer. Es el peor de los finales, porque es cuando no hay final. Todo terminó antes de tiempo. Vivir no valió la pena. Cualquier otra meta será de menor valía que la anterior y ya no sería acorde a la mayor dignidad del ser. Debería entonces conformarse con una meta de menor dignidad. El fracaso sale más seguido a cruzarse al paso del caminante. Y el caminante cada vez tiene menos ganas de seguir el tránsito.
Es lo que le ocurre a la mayoría de los seres. La vida los va esculpiendo, sacando un poco de aquí y otro poco de allá, hasta que el ser queda empobrecido y derruido, hasta que queda una vaga figura de lo que fue. El vivir puede que sea agradable pero es permanente permanencia, no tiene la frescura y la valía de una vida que merezca ser vivida. Es una vida mantenida.
Si en ese tránsito tomamos como ejemplo a alguien que tenga actitud positiva, las cosas son diferentes. Puede que ese ser tampoco llegue a la meta, pero eso no importa demasiado, como dijimos la meta es algo muy personal. Pero el tránsito sí. Eso es lo que vale.
Pueden surgir atrocidades, otros tantos cambios inesperados, sufrimientos innecesarios, y muchas otras fealdades de la vida, pero el caminante positivo, se levanta de sus caídas con una sonrisa sincera y humilde y un poco inocente y sigue adelante. Avanza porque disfruta su caminar, y se levanta porque le gusta levantarse tanto como le va empezando a gustar el caerse, porque sabe que después de una caída viene un nuevo paso mas fuerte para avanzar y una nueva esperanza y muchas nuevas metas por alcanzar. Un caminante esperanzado es un caminante implacable, indestructible que avanza por la fuerza que genera con el mismo caminar. Todo lo puede porque ya lo pudo. El caminante esperanzado surge entre sus propias cenizas una y otra vez, y avanza hasta cuando debería descansar. El ser positivo es el mejor ingrediente que le hace falta al caminante para hacer de su vida, una vida digna de ser vivida. Y para ello solo basta fijarse la meta, ser positivo y querer caminar. Las consecuencias van a ser acordes al trabajo realizado.

Lic. Alejandro Giosa

10 mayo 2010

La metáfora

La metáfora

Las cosas que nos suceden y los significados que tienen para nuestro psiquismo forman mágicas “metáforas vivenciales” que nos inducen al conocimiento.
Es complicado tratar de explicar, en breves palabras, el sentido de nuestras vidas.
De cualquier modo no deja de ser una hipótesis los resultados de tratar de hacerlo.
Digamos que podría ser que tengamos la necesidad de perfeccionar nuestra psiquis en nuestra misión como humanos.
Somos animales que tienen un psiquismo poco común entre la gran variedad de seres vivos. Tenemos la capacidad de tener experiencias (como todo ser vivo) y a partir de ellas, evaluar nuestro comportamiento, el significado que le asignamos, y hasta hacer generalizaciones como reglas de conducta (que es lo que comúnmente hacemos).
Se nos presentan circunstancias repetitivas en la vida, porque son metáforas que deben ser descifradas. Cuando algo se repite es porque un mensaje del “Poder Evolucionador” que rige el destino de los humanos nos está mandando un mensaje que muchas veces no llega a ser recepcionado por nosotros. Ese Poder es implacable, si no logramos descifrar el enigma, vamos a ser acosados una y otra vez por el mensaje, los actos y las circunstancias.
No estamos acostumbrados a pensar que estas circunstancias repetitivas son mensajes, pero lo son. Nuestra cultura no nos habla de ello, pero es así. Como sociedad y como individuos que actuamos en el mundo tenemos la “obligación” de evolucionar. Ninguna otra meta tan importante como esta tenemos. Y estamos fracasando. Siguen las guerras, los conflictos, los dramas familiares, etc.
Todo se repite porque no aprendemos. Ni siquiera sabemos que tenemos que aprender. Ningún historiador jamás se puso a pensar sobre todo lo vivido por la humanidad. Ningún filósofo planteó claramente esta verdad encubierta por los mismos hechos. El humano no aprendió a ver en perspectiva, a alejarse del problema para ver el contexto y evaluarlo. Tenemos toda la capacidad para hacerlo como seres inteligentes que somos.
Desde la razón, somos un fracaso. Por eso estamos en el estado de decadencia en que nos encontramos.
Todo es corrupción, suciedad, deterioro y destrucción.
¿Fue necesario llegar a esto?
Ignorancia total tenemos. Los que pudieron vislumbrar algo acerca de este tema no pudieron hacer nada para remediarlo. Es lamentable.
Sin embargo el Poder Evolucionador lo sigue intentando. Sigue mandando “situaciones metafóricas” para que nos demos cuenta que caemos en el error. La clave está en el Error. Si nos diéramos cuenta que el Error es la metáfora de los tiempos….
A través del Error nos damos cuenta que hay una falla que requiere ser subsanada. A partir del Error nos damos cuenta que tenemos que cambiar algo. Y si lo logramos, si hacemos el cambio, nos damos cuenta que el camino se nos abre, que la llave de la armonía individual y social nos permite acceder a otro tipo de realidad. Y que ante todo estamos “en el camino” cumpliendo nuestra meta como humanos.
La misión es construir la armonía a través de un mecanismo extraño en este mundo: La RAZON. Hasta ahora el instinto animal nos viene ganando, ya que pudieron sostener un mundo natural armónico por muchos miles de años, cosa que nosotros con la razón no pudimos mantener ni cien años.
Ahora nos damos cuenta que la razón no la aplicamos bien. Sirve y mucho y lo demuestra todo lo que logramos como sociedad tecnológica, pero no supimos aplicarla cuando la subjetividad nos engaña y no nos deja ver que la armonía es la esencia de lo perdurable.
Todavía hay esperanza. Si algo se nos repite y siempre caemos en el Error, la razón debería auxiliarnos y hallar la respuesta que nos lleve a la armonía.
No es el dinero y el poder lo que nos hace falta, sino la armonía y la felicidad.


Lic Alejandro Giosa

22 marzo 2010

Perderse

Quien conoce el camino, es difícil que se pierda.
¿Pero cómo se hace para conocer? Se conocen las cosas por haberlas hecho, aunque sea alguna vez. Pero antes de haberlas hecho no se las conocía.
Se conocen las cosas por haber estudiado previamente cómo son. Pero antes de aprender, no se las sabía.
Se conocen las cosas por contar con una guía, mapa o descripción de un proceso. Pero sin nada de esto, ni antes de esto, no es posible estar bien orientado.
El riesgo de perderse siempre está, porque no nacimos con experiencias, conocimientos o mapas que nos den alguna certeza de dónde estamos y hacia donde podemos ir.
Durante la vida, a veces creemos que sabemos algo, pero muchas veces las cosas cambian, como todo cambia y nos volvemos a perder.
Y para tener experiencias, poder estudiar, o interpretar guías, necesitamos de percepción clara y entendimiento certero.
Bueno ya están las ideas principales para establecer los:
REQUISITOS PARA NO PERDERSE
Los requisitos para recorrer los caminos son variados y hay que cumplirlos todos, para resguardar un buen viaje.
Los motivos para perderse son muchos y hasta el caminante más idóneo puede desperdiciarse porque a veces pasa que el que se pierde es el camino…
Ese es otro problema, que escapa a nuestras previsiones. La más sofisticada preparación para transitar por los caminos desconocidos, y por aquellos ya transitados, se puede ver diezmada por un cambio repentino del mismo.
Lo mejor es siempre, además de prepararse para el viaje, llevar algún copiloto, que nos ayude a mantener el sendero. La dificultad es encontrar alguien que quiera ir al mismo lugar que nosotros queremos o al menos que coincida en parte del recorrido.
Tal vez necesitemos de varias diferentes compañías para completar nuestro viaje.
Y hay que ver si llegamos a destino.
O al menos lo bueno sería transitar una buena extensión, como para demostrar que pudimos avanzar algo.
Una forma de prepararnos para iniciar el viaje es estudiando la cartografía. Dotarnos de mapas del lugar del inicio, el recorrido y del destino de nuestro viaje.
Otra forma de recorrer un camino, sin problemas y sin perderse sería haberlo ya recorrido…
Aunque no es garantía de volver a tener éxito en la senda. El olvido puede jugarnos una mala pasada.
Siempre está la posibilidad de que alguien nos guíe paso a paso, ya sea en presencia o a distancia. Tampoco podemos garantizar los resultados. A veces algunas personas aparentan saber más de lo que saben. No nos conviene entregar nuestro destino a otros…
También podemos a través de largas noches de meditación desarrollar la intuición y eso nos ayudará a tomar decisiones cuando tengamos que elegir entre el camino de la derecha y el de la izquierda. Un poco de yoga, meditación trascendental y de las otras, y algunos rezos también ayudan. Además ayuda un buen entrenamiento aeróbico, un poco de trote, y algo de gimnasia.
Igualmente no hay garantía de tener éxito en recorrer el camino.
Las artes ocultas pueden usarse para saber de antemano si llegaremos al éxito, o no, y además saber si tendremos dificultades y de qué tipo.
Eso sí, tenemos que asegurarnos que no nos saquen la plata, y nos brinden un servicio serio y calificado, y si las predicciones tienen algún tipo de garantía. En caso contrario lo mejor es desistir del tema.
Siempre es bueno tener seguro contra pérdidas, es decir alguien que nos pague nuestras equivocaciones. Lamentablemente es a veces difícil de encontrar quién nos cubra, y si lo hacen, muchas veces al momento de reclamar no obtenemos los resultados esperados.
Es común que la gente no quiera hacerse responsable de nosotros, lamentablemente.
No hay entonces, todavía, garantía de no perdernos.
Hay también opciones un poco más drásticas y a primera vista burdas y descabelladas pero que sin embargo fueron usadas a lo largo de la historia para no perderse: dejar señales en el camino. Al menos esto nos permitirá retroceder por buen camino si llegamos a perdernos en algún momento. También nos da la oportunidad de volver al inicio. Aunque todo buen caminante sabe que jamás puede volver al inicio.
Perderse en última instancia y a la vista de esta última revelación, no sería tan grave. ¿Perderse de donde? ¿Perderse de qué?
Es difícil perderse cuando todo cambia, nada permanece y no hay ningún punto de inicio. ¿No estaremos perdiendo el tiempo en realidad por tanto miedo a perderse? ¿No sería más interesante aprender a perderse, y señalar mejor los «Requisitos para perderse»?

18 diciembre 2009

El hábito no hace al monje, hoy más que nunca...

El hábito es costumbre. En el caso del monje el hábito es su vestimenta. Y podría significar que el monje tiene por costumbre usar ropa. Es decir un tipo especial de ropa, lo que hace que su hábito sea su ropa de monje, que además de su hábito, es su costumbre…
Como quiera que sea, su ropa o su costumbre, estamos hablando de cosas materiales (ropa) o de acciones mecánicas repetitivas (costumbre).
En el caso del monje es muy evidente cuándo no se cumple con los hábitos, ya que el habito lo delata, (es algo desagradable encontrarse con un monje sin ropa…) o haciendo cosas que no le corresponde.
En el caso de los psicólogos por ejemplo es más difícil saber cuando se está actuando como persona o como psicólogo. No tenemos una vestimenta que nos defina. A veces uno da una opinión como psicólogo y creen que lo que estamos diciendo lo decimos como pensamientos personales. Y lo contrario también pasa, no damos una opinión cuando esta afectaría negativamente a la persona. Si el médico está con un paciente moribundo irremediablemente, no debería darle su opinión al mismo. Siempre puede haber milagros y además de nada vale preocupar al que no puede hacer nada por remediarlo.
Tuve un profesor en la facultad que decía que el hábito de los médicos, de usar guardapolvo es importante, porque lo usan como “escudo” que los protege de la gente que lo rodea. Supongo que quería decir que el uniforme lo identifica con un “status” determinado que culturalmente significa un trato particular, que le da autoridad para decidir, opinar y también para tener sus reservas. Lo mismo que en el caso de los policías no es lo mismo que nos “hable” un uniformado que la misma persona estando de civil.
Creo que el uso de una indumentaria determinada ayuda a establecer las referencias que se necesitan dentro de una organización para poder seguir organizados. De hecho la no uniformización se entiende generalmente como una desclasificación de las responsabilidades. Estar uniformados contribuye a la organización, pero no garantiza que las funciones que representan sean las que se cumplen. El hábito no hace al monje…y hoy esto se da más que nunca.
El uniforme establece lo que uno tiene que hacer y decir dentro de una organización. Pero si bien las funciones la mayoría de los casos, deben cumplirse, los pensamientos del uniformado no siempre coinciden con lo que se dice.

En realidad en esta nueva cultura posmoderna, está bien visto que uno no piense lo mismo de lo que “tiene” que decir, porque sino se estaría afectando la libertad de pensamiento, que es tan sagrada como el voto secreto, y bien relacionado que están entre ellos…
Esto parecería que lleva a un alto grado de hipocresía, porque que un monje católico no crea en Dios o que un policía no crea en la justicia, o que alguien diga ser de un partido y vote a otro, no implica ningún desequilibrio. La flexibilidad en la opinión (al igual que la flexibilidad laboral) son pilares de la sociedad neoliberal actual. Es fundamental para que este régimen siga vigente, y con gran capacidad de generar beneficios económicos para esos pocos afortunados.... Se invierte mucho en mantener las cosas así. El hábito no hace al monje, y qué bueno que sea así…sino lo fuera la gente podría tener ideologías rígidas y fuertes y eso podría desequilibrar el maravilloso sistema imperante. Si todos se creyeran la función que ocupan, e hicieran lo que tienen que hacer y pensaran lo que tienen que pensar, no podría haber políticos corruptos que vayan tras el dinero y el poder. No podrían gobernar los presidentes que tenemos. La flexibilidad permite, que digan una cosa y hagan otra. Eso es libertad, eso es flexibilidad. ¡Y qué bueno!¿No?.
Esta flexibilidad nos llevará a un mundo justo, tal vez no muy disciplinado, pero si con igualdad de posibilidades, como por ejemplo la que todos hagamos y digamos cosas que después no vamos ni a hacer ni a volver a pensar. Así vamos a ser todos iguales y con los mismos derechos pero sin los tediosos deberes.
¿Hay algo más maravilloso que la libertad de hacer lo que uno quiere y pensar cualquier otra cosa, sin contradicciones internas? Con la rígida cultura vieja se cumplía el viejo adagio chino que decía “Las palabras proferidas nos hacen esclavas suyas, las omitidas son esclavas nuestras”. Pero con esta nueva cultura nos liberamos de estos rígidos mandatos, y ya no necesitamos cumplir con nuestras palabras. Y como si esto fuera poco también tenemos la libertad de permitir que otros tampoco cumplan con sus palabras y puedan hacer lo que quieran, hayan o no dicho que lo harían.
Es una forma de liberarnos de los “hábitos”, que nos mantienen oprimidos para poder “vestirnos” como más nos guste sin tener que cumplir con rígidas reglas, normas o mandatos. La disciplina ya no hace más falta para poder vivir en sociedad.
Ésta es la sociedad que queremos para nuestros hijos, ¿qué mejor cosa podemos dejarles? ¿No es así…?

Lic. Alejandro Giosa