04 diciembre 2009

Los modelos

El ser humano, desde que se diferenció de los animales, perdió junto con el desprestigiado “instinto”, la capacidad de tener certeza respeto a los valores morales que deberían regirlos.
No existe otra especie (aparentemente) que tenga conflictos con sus valores. El león sabe que tiene que comer venados y otros animales, y los caballos saben cómo actuar frente a sus amigos y enemigos. Parecería que (nos guste o no) todo está en orden en la naturaleza. Todos los animales saben perfectamente que modelo seguir.
A nosotros no nos gustan las arañas ni las víboras, pero ellas hacen lo que tienen que hacer, ni más ni menos. En todo caso los animales estarán perplejos por la forma como actuamos nosotros, nunca saben si los queremos o los odiamos o los vamos a comer, o pegar, etc, etc. ¡Qué confusión mayúscula tenemos los humanos! ¿no?.
No creo que podamos tener la simpleza ni la frescura con la que los animales toman sus decisiones. Estamos condenados al “no saber” sobre muchas cosas. Lo que resulta tan fácil para un animal, representa un atolladero de ideas confusas para nosotros.
Ese es el desafío que tenemos que vivir por haber perdido nuestro instinto animal, y es en la actualidad lo que nos está casi destruyendo. Pero por esas bipolaridades de la vida (en los humanos) podría ser también un trampolín, un salto hacia otra etapa evolutiva de la vida, tanto para nosotros como para el resto de las especies.
Todo está por hacerse, todo está por decirse, siempre y cuando no destruyamos la “escuela” que estamos usando para aprender: nuestro mundo.
Todavía creo que es posible ser sintético, y que a través de simples postulados, podamos generar los valores, las pautas, los modelos que nos guíen en nuestras vidas particulares y sociales.
“Haz lo que quieras que te hagan”, considero que es una máxima extraordinaria, y que bien entendida, sin ego personal, y con la generosidad que merece un buen modelo, podría ser la solución a todos los problemas actuales y la base para la prosperidad de nuestro destino evolutivo.
Cada uno puede evaluar con este modelo de “máxima” cómo sería su vida y como sería la sociedad, en la que todos actuemos teniendo este principio como inviolable. Tenemos la inteligencia como para poder evaluar en cada caso individual cuál sería la reacción que genere este principio de total generosidad: ponerse en el lugar del otro desde uno mismo, y esperar lo mejor, lo más placentero, lo más benigno para el presente y el futuro de todos.
Es un reto, pero al ganar inteligencia, y perder instinto, se genera este estado indefinido, en el que la elección de un modelo adecuado puede darnos más felicidad y prosperidad, mientras que lo contrario, nos llevaría hacia el sufrimiento, la involución y la violencia.
Es una prueba, en esta escuela que es la vida. Podemos tomar el modelo de generosidad o podemos no tomarlo. Considero que de hacerlo, nuestra vida cambiaría instantáneamente. No hace falta que toda la sociedad tome esta máxima como modelo. Con que uno lo haga es un gran paso, porque todos nuestros actos se reflejan en el espejo de la sociedad y no hay actos secretos: a la larga todo impregna el tejido social, y podemos ser ejemplos con nuestra simple “vibración” en estados positivos y así contagiemos al resto de la sociedad con nuestras actitudes. Me acuerdo de la experiencia hecha con monos: “la importancia estratégica del mono número 100” “Como facilitar el salto de un bien cultural desde «algunos» a «todos»” que representa una especie de aprendizaje indirecto que no depende de las distancias físicas sino del “estado de conciencia” logrado, pueden ver una explicación en el link de Internet que figura abajo del artículo.
Nuestro futuro como especie puede estar determinado, en gran parte, por todo lo que hicimos hasta ahora. Pero también está la posibilidad de cambiar, nunca es tarde para eso mientras haya vida. Creo que la guía que representan los valores y por supuesto los modelos son indispensables en este momento que vivimos si queremos lograr un cambio positivo en nuestras vidas y en la sociedad.
Me gustaría ver a nuestra especie, algún día, con las ideas claras sobre cómo actuar en el mundo, y demostrar que el intelecto superó al maravilloso instinto animal.

Lic. Alejandro Giosa

http://www.es24.tv/index.php/emprendedores/52-el-mono-numero-cien

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